
Se trata de una medida arriesgada que puede retrasar la recuperación económica. La Comisión Europea, así como Funcas, prevén una recaída del PIB en el tercer trimestre, ya que el incremento del IVA agravará la atonía del consumo. De hecho, el ex ministro de Economía, Pedro Solbes, siempre se mostró contrario a esta medida precisamente por el temor a que afectara al gasto de las familias. Y el equipo económico del Gobierno mantuvo el mismo discurso hasta que se impuso la necesidad de reconducir un déficit público que alcanzó en 2009 el nivel nunca visto del 11,2% del PIB.
Sin embargo, elevar impuestos siempre implica una gran incertidumbre y más si se realiza en un momento de crisis. Los más viejos en Hacienda aún recuerdan como en agosto de 1992 el entonces ministro Carlos Solchaga elevó del 13% al 15% del tipo general del IVA, provocando un descenso histórico de la demanda y una disminución de la recaudación.
El Gobierno confía en que eso no se repita y prevé que el aumento del IVA reportará unos ingresos adicionales de 5.150 millones en los primeros doce meses. Sin embargo, antes incluso de que se haga efectivo el incremento, ya ha habido consecuencias. Los consumidores han adelantado sus decisiones de compra para evitar aplicar los nuevos gravámenes del 18% y del 8%. Ello se ha notado especialmente en los productos más caros, como la vivienda o los automóviles. De hecho, la recaudación por IVA hasta mayo sufrió un incremento del 30%, un nivel que no se veía desde antes de la crisis.
Aun así, este efecto tiene los días contados y habrá que ver cómo evoluciona la recaudación y el consumo después del incremento del próximo jueves. En ese momento, y siempre que los empresarios opten por trasladar a precios el aumento fiscal, se encarecerá la cesta de la compra. Se salvarán los bienes que aplican el llamado IVA superreducido, que se mantiene en el 4%. Productos como el pan, la leche, los huevos, los libros, los periódicos, el material escolar, la vivienda de protección oficial, los medicamentos, las verduras, y las hortalizas no notarán el incremento fiscal.
Los alimentos elaborados, las viviendas nuevas, los servicios en restaurantes y bares, en cambio, pasarán de pagar un IVA del 7% al 8%. Y bienes como la ropa, el tabaco, el alcohol, o los automóviles tributarán al 18%. El Gobierno prevé que el incremento del IVA explique 0,4 puntos de la inflación prevista para este año que, en cualquier caso, se situará por debajo del 2% que fija como deseable el Banco Central Europeo (BCE). Bajo la hipótesis de que en 2010 se siguiera el mismo patrón de consumo que en 2009, el incremento del IVA costará a cada hogar 135 euros sólo este año. Sin embargo, es difícil saber cómo reaccionarán los consumidores.
Por otro lado, la Organización de Inspectores de Hacienda teme que el aumento impositivo eleve el fraude fiscal ligado al IVA. Aseguran que ello ya sucedió en 1992 cuando la subida del IVA no se tradujo en un incremento de la recaudación.
Por otro lado, fuentes del Ministerio de Economía y Hacienda advierten que la subida no es una medida coyuntural y que se mantendrá en el tiempo.
Es decir, que nadie espere que cuando amaine la crisis económica el tipo retorne al 16%. La experiencia demuestra que subir el IVA es relativamente fácil, sin embargo, parece imposible bajarlo. De hecho, desde que se instauró en España en 1986, con un tipo del 12%, ningún Gobierno se ha atrevido a recortar el gravamen.
Fuente: (Cinco Días, 26-06-2010)
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