
El Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene la costumbre de equivocarse con sus previsiones -algo sospechosamente habitual entre los economistas, salvo honrosas excepciones-, pero sus datos más recientes sobre España, más allá de los números, cuentan una historia fácil de resumir: la burbuja en el sector inmobiliario ha dejado, al explotar, un panorama desolador. La crisis española será mucho más prolongada y dejará profundas cicatrices. España no crecerá a tasas del 2% hasta al menos 2016, según el Fondo, lo que prácticamente deja en suspenso la recuperación del empleo. El aterrizaje fue duro, y el despegue será suave: lo contrario de lo que se perseguía. Porque las previsiones a partir de 2011 son mucho más sombrías que las del Gobierno. España crecerá la mitad de lo que dice el Ejecutivo, si el Fondo no se equivoca.
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